martes, 3 de julio de 2012

Una carrera monstruosa



Era el día que se corría la final de la carrera de bicicletas BMX ( Bici, monstruos, extremos). Estaban todos los monstruos  preparados  en la línea de largada.
Eran monstruos de muchos colores. Cada uno representaba a los diferentes sustos de las distintas localidades. El monstruo marrón venía desde las sierras cordobesas, el  color transparente, de los aires buenos, el verde, de la selva tucumana , el amarillo, llamado Santiago, vivía por la zona, y el rojo era de Bahía Blanca, ¿Pero no debería ser blanco? ¡No! Era de color rojo, él había elegido ese color porque era su favorito.
Todos estaban preparados para la competencia, algunos dejaban sobresalir desde su casco algún que otro ojo, algún piojo y las antenas.
Habían entrenado mucho para ese día y viajado muchos kilómetros para poder participar.
Pipi pipiii, se escuchó la largada. Todos pedaleaban con gran rapidez. Algunos tenían ventaja porque eran monstruos de varias patas.
Durante el recorrido de la pista iban encontrando muchas lomitas que albergaban los sueños de todos los niños que los observaban desde la tribuna. Algunas eran más altas porque tenían varios sueños lindos y otras más bajas porque eran pesadillas se encontraban todas las clases sueños: de amor, aventuras, ciencia ficción, terror o suspenso. Cada monstruo se preocupaba en pedalear muy ligero para elegir la loma en la que más  se sintiera a gusto. Y una vez decidido cada monstruo, se quedaba con su bici descansando en la cima de la loma.
Pero el monstruo rojo pedaleaba con tantas ganas que se olvidó de elegir un sueño y llegó hasta la meta. Allí  lo esperaban los paparazzis con la cámara de fotos  y también su familia, la señora Monstrua, de rojo toda vestida y el mini monstruito, su hijo.
El monstruo rojo sentía una mezcla de felicidad por haber ganado la carrera y tristeza por no haber elegido un sueño infantil. Pero al llegar tan rápido, ganó más tiempo para concretar  junto a su familia  todas los sueños que quisieron.


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