Fita era una jirafita bebé que quería ser grande, porque le habían dicho
que solo así podría usar las bufandas que tejía su abuela. Es por eso que
deseaba que los días se le pasaran rapidísimo, para que su cuello fuera tan
largo como el de sus familiares.
Fita pensaba que si se estiraba mucho alcanzaría los frutos de los
árboles más altos, y su cuellito, que era cortito, se alargaría tanto como el
de las otras jirafas.
Se preocupó por alcanzar la cima de los árboles de diferentes formas. Primero intentó con una escalera,
luego subiéndose un barrilete y finalmente con la ayuda de un globo, voló hasta
las manzanas rojas que estaban en las últimas ramas.
Cuando se acercaba a los frutos, hacía su mejor esfuerzo para que su
cuello se estirara al máximo y así es como se comía todas las manzanas hasta
quedar con la pancita llena.
Luego de tantos intentos por estirar su cuello, pasaron los días, las semanas y los años, hasta que
Fita llego a ser una jirafa adulta.
Por fin su cuello era tan largo como el de todas. Entonces pudo vestir
las bufandas que tejió su abuela: atrevidas, coloridas, trenzadas, con pompones,
con nuditos y flequitos.
Fita finalmente comprendió que para cumplir grandes deseos hay que
esmerarse y ser pacientes.
Autora: Anabela Acuña
Ilustración: Ana Banegas