jueves, 18 de octubre de 2012

Receta para que llegue un Príncipe Azul

Esperar  un príncipe azul. Cuando llegue abrir las puertas del corazón para  teñirlo de rojo.Mezclar con el amor y esperar que nazcan violetas perfumadas. Dejar crecer día a día, ya que según dicen que la sangre azul es sólo una cuestión de óptica.

Ese amor como un prisma va a reflejar todos los colores de los sentimientos.


lunes, 15 de octubre de 2012

Receta para soñar

Mi gato tiene un motor
que cuando dormimos lo enciende,
para invitarme a pasear
en su bolita de pelo caliente.


Texto: Anabela Acuña


viernes, 5 de octubre de 2012

EL ÁRBOL BRUJO


Cercano  a las vías del ferrocarril se encontraba el viejo árbol de Algarrobo, con sus ramas despeinadas por el viento. Había oscurecido de tanto tomar sol, y se lo veía un poco flaco y escamado.
-Esperá, esperá ¿Tenía algo lindo ese árbol?
-¡Si! Las carcajadas que provocaban su risa se oían desde lejos y atraían a muchos visitantes.
Lo llamaban el árbol “Brujo” porque lo habían visto llorar hojitas. ¿Saben por qué? Porque estaba  cansado de que los niños treparan en él.
Un buen día el Algarrobo o el árbol Brujo, como más les guste llamarlo, decidió hechizar a quién se animara a subirlo y  lo convertiría en  hormiga.
Y así fue lo que ocurrió: el niño o la niña  que trepaba al árbol Brujo, se transformaba en hormiga y caminaba apurada, subía y bajaba por el tronco, por las ramas, por cada hojita.
Para el árbol Brujo era cosquillitas en la panza,  y lo hacían sacudir a carcajadas. De esta forma iba perdiendo muchas hojas cargadas de hormiguitas. Estas hojas cayeron muy cerca de Vagoneta, un viejo vagón estacionado, que también comenzó a sentir un terrible hormigueo en sus ruedas, a causa de las hormiguitas juguetonas.
Las flores muy preocupadas por las ocurrencias del árbol Brujo temían por su coquetería y suplicaron para que se esfume el hechizo. Pero estas hormigas que iban de aquí para allá no comían hojitas ni pétalos de colores, sino ¡golosinas!: cubanitos, garrapiñadas, pochoclos y los acompañaban con gaseosa. Formaban cola para comprarlas en el carrito kiosquero. También esperaban en hileras para hamacarse o tirarse por el tobogán.
El árbol Brujo disfrutaba de su encanto y se mataba de la risa. Tan fuertes fueron sus risotadas que despertó a las nubes que para despabilarse se lavaron la cara y salpicaron gotitas en forma de lluvia. Las hormigas se escondieron en su hormiguero.
Los familiares de los niños hormiga no se habían dado cuenta de lo sucedido. Sentados en los bancos o el césped tomaban mate como si nada. Pero sintieron la lluvia  y comenzaron a llamarlos por su nombre Maríaaaa, Juannn, Nicolássss.
Con tanto ruido el hechizo del Árbol Brujo se rompió  y de a poquito los chicos fueron apareciendo con la ropa sucia de polvo por haber estado en el hormiguero.
-¿Chicos por dónde han jugado? Se preguntaban los padres. Y los nenes sin decir una sola palabra, se morían de risa. Los papás no se acuerdan de las cosas que pasan cerca de las vías del ferrocarril. 

Texto: Anabela Acuña
Dibujo: Ana Banegas
 ©Copyright 2012









lunes, 1 de octubre de 2012

Receta para fabricar el arco iris

Calentar el agua de una jarra con el sol durante unos minutos. Mezclar muy bien. Cuando rompe el hervor, dejar reposar lo que dure la lluvia y saborear el manjar con la vista.


Texto: Anabela Acuña ©Copyright

Ilustración: Fito Espinoza, Lima - Perú


Bella y Bellos zapatitos

A Bella, una niña muy coqueta, le gustaba recibir de regalo zapatitos de todas las formas: chatos o de plataformas, con tacos o botas, si recibía otro tipo de obsequios los devolvía tirándolos por la cabeza.

Su habitación rebalsaba de zapatos, no había lugar par
a guardarlos y cuando Bella se vestía para alguna ocasión particular, los que estaban dormidos en el ropero desde hacia un tiempo, se perdían la oportunidad de salir a pasear.

Cada vez que llegaba una estación del año, como la primavera, Bella quería comprarse unos zapatos nuevos, de distintos colores.

En la fiesta de su cumpleaños, cuando sus amiguitos cantaban que los cumpla feliz, cerró sus ojos y deseó ser un pulpo y así lucir todos sus zapatos coloridos a la vez.

Al despertar del día siguiente Bella era todo un pulpo en persona. Muy contenta Bella estaba porque tenía ¡ocho patas! pero faltaba aprender como funcionaba su vida pulpera. En una enciclopedia natural que encontró en la biblioteca de su casa, descubrió que ¡seis eran brazos y dos eran patas!

Un terrible problema porque no podía ponerse los zapatos en las manos y agarrar con las patas.

Visitó a la Bruja que vivía cerca del río y de paso aprovechó para tomar un tecito de poción mágica para transformarse en un ciempiés, que como dice su nombre tiene como cien patas para lucir zapatos.

¡Qué contenta estaba! Luego de la visita, llegó a su casa y vistió sus coloridos zapatos durante unos días, pero algo no la convencía del todo, por más que usara los tacos y plataformas más altas del mundo, su cuerpo petizo estaba al ras del suelo.

Lloraba desconsoladamente hasta que sus lágrimas hicieron un río que la llevó nuevamente cerca de la bruja, la cual le saco el hechizo y volvió a ser la Bella niña de siempre que caminando en sus dos zapatos regresó a su hermosa casa.


Texto: Anabela Acuña ©Copyright