viernes, 5 de octubre de 2012

EL ÁRBOL BRUJO


Cercano  a las vías del ferrocarril se encontraba el viejo árbol de Algarrobo, con sus ramas despeinadas por el viento. Había oscurecido de tanto tomar sol, y se lo veía un poco flaco y escamado.
-Esperá, esperá ¿Tenía algo lindo ese árbol?
-¡Si! Las carcajadas que provocaban su risa se oían desde lejos y atraían a muchos visitantes.
Lo llamaban el árbol “Brujo” porque lo habían visto llorar hojitas. ¿Saben por qué? Porque estaba  cansado de que los niños treparan en él.
Un buen día el Algarrobo o el árbol Brujo, como más les guste llamarlo, decidió hechizar a quién se animara a subirlo y  lo convertiría en  hormiga.
Y así fue lo que ocurrió: el niño o la niña  que trepaba al árbol Brujo, se transformaba en hormiga y caminaba apurada, subía y bajaba por el tronco, por las ramas, por cada hojita.
Para el árbol Brujo era cosquillitas en la panza,  y lo hacían sacudir a carcajadas. De esta forma iba perdiendo muchas hojas cargadas de hormiguitas. Estas hojas cayeron muy cerca de Vagoneta, un viejo vagón estacionado, que también comenzó a sentir un terrible hormigueo en sus ruedas, a causa de las hormiguitas juguetonas.
Las flores muy preocupadas por las ocurrencias del árbol Brujo temían por su coquetería y suplicaron para que se esfume el hechizo. Pero estas hormigas que iban de aquí para allá no comían hojitas ni pétalos de colores, sino ¡golosinas!: cubanitos, garrapiñadas, pochoclos y los acompañaban con gaseosa. Formaban cola para comprarlas en el carrito kiosquero. También esperaban en hileras para hamacarse o tirarse por el tobogán.
El árbol Brujo disfrutaba de su encanto y se mataba de la risa. Tan fuertes fueron sus risotadas que despertó a las nubes que para despabilarse se lavaron la cara y salpicaron gotitas en forma de lluvia. Las hormigas se escondieron en su hormiguero.
Los familiares de los niños hormiga no se habían dado cuenta de lo sucedido. Sentados en los bancos o el césped tomaban mate como si nada. Pero sintieron la lluvia  y comenzaron a llamarlos por su nombre Maríaaaa, Juannn, Nicolássss.
Con tanto ruido el hechizo del Árbol Brujo se rompió  y de a poquito los chicos fueron apareciendo con la ropa sucia de polvo por haber estado en el hormiguero.
-¿Chicos por dónde han jugado? Se preguntaban los padres. Y los nenes sin decir una sola palabra, se morían de risa. Los papás no se acuerdan de las cosas que pasan cerca de las vías del ferrocarril. 

Texto: Anabela Acuña
Dibujo: Ana Banegas
 ©Copyright 2012









5 comentarios:

  1. hermoso cuento, que homenaje al viejo algarrobo de la plaza de las vias del ferrocarril, Alejo esta chocho con el cuento y ahora le tiene un respeto barbaro al arbol, te mereces un premio!!!

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  2. que lindo cuento no me canso de leerlo!!!

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