Cercano a las vías
del ferrocarril se encontraba el viejo árbol de Algarrobo, con sus ramas
despeinadas por el viento. Había oscurecido de tanto tomar sol, y se lo veía un
poco flaco y escamado.
-Esperá, esperá ¿Tenía algo lindo ese árbol?
-¡Si! Las carcajadas que provocaban su risa se oían desde
lejos y atraían a muchos visitantes.
Lo llamaban el árbol “Brujo” porque lo habían visto llorar
hojitas. ¿Saben por qué? Porque estaba
cansado de que los niños treparan en él.
Un buen día el Algarrobo o el árbol Brujo, como más les
guste llamarlo, decidió hechizar a quién se animara a subirlo y lo convertiría en hormiga.
Y así fue lo que ocurrió: el niño o la niña que trepaba al árbol Brujo, se transformaba
en hormiga y caminaba apurada, subía y bajaba por el tronco, por las ramas, por
cada hojita.
Para el árbol Brujo era cosquillitas en la panza, y lo hacían sacudir a carcajadas. De esta
forma iba perdiendo muchas hojas cargadas de hormiguitas. Estas hojas cayeron
muy cerca de Vagoneta, un viejo vagón estacionado, que también comenzó a sentir
un terrible hormigueo en sus ruedas, a causa de las hormiguitas juguetonas.
Las flores muy preocupadas por las ocurrencias del árbol
Brujo temían por su coquetería y suplicaron para que se esfume el hechizo. Pero
estas hormigas que iban de aquí para allá no comían hojitas ni pétalos de
colores, sino ¡golosinas!: cubanitos, garrapiñadas, pochoclos y los acompañaban
con gaseosa. Formaban cola para comprarlas en el carrito kiosquero. También
esperaban en hileras para hamacarse o tirarse por el tobogán.
El árbol Brujo disfrutaba de su encanto y se mataba de la
risa. Tan fuertes fueron sus risotadas que despertó a las nubes que para
despabilarse se lavaron la cara y salpicaron gotitas en forma de lluvia. Las
hormigas se escondieron en su hormiguero.
Los familiares de los niños hormiga no se habían dado cuenta
de lo sucedido. Sentados en los bancos o el césped tomaban mate como si nada.
Pero sintieron la lluvia y comenzaron a
llamarlos por su nombre Maríaaaa, Juannn, Nicolássss.
Con tanto ruido el hechizo del Árbol Brujo se rompió y de a poquito los chicos fueron apareciendo
con la ropa sucia de polvo por haber estado en el hormiguero.
Muy lindo! Besos Anabela.
ResponderEliminarGracias Magalí, un beso grande
Eliminarhermoso cuento, que homenaje al viejo algarrobo de la plaza de las vias del ferrocarril, Alejo esta chocho con el cuento y ahora le tiene un respeto barbaro al arbol, te mereces un premio!!!
ResponderEliminar¡Gracias!que genio Alejo, muchos besos para el.
Eliminarque lindo cuento no me canso de leerlo!!!
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