jueves, 28 de junio de 2012

Bichófilo

Bichófilo pensaba que era poco atractivo,  por su color verde, mal olor y porque era una chinche.
Sus amigos, le decían que se parecía a una vaquita de San Antonio, claro sólo le faltaban los lunares y un buen perfume francés.
Esa era su mayor preocupación, no tener lunares,  porque para él, eso lo  hacía menos vistoso que a los demás.
Soñaba con lunares de todos los colores, grandes o chicos, pintados o estampados.
Un día se acercó a una tienda a comprar unos centímetros de tela para confeccionar una capa lunarezca bien larga,  que aunque no parezca,  le cubriera todo su cuerpito.
Cada vez que salía al jardín, no olvidaba colgársela sobre los hombros. Muy feliz Bichófilo se encontraba, hasta que una tarde lo sorprendió un fuerte viento por la espalda que lo asustó y dejo caer, su capita.
Ese viento era el movimiento de las alas  del ave Picuda, en búsqueda de su alimento.
Bichófilo buscó refugio sobre unas hojitas verdes, donde su cuerpito quedó totalmente camuflado.
Para Picudo, el ave, no fue fácil distinguirlo entre las tonalidades de las plantas y siguió camino hacia otro rumbo.

En ese momento Bichófilo comprendió que siendo como realmente era, podía afrontar los problemas que se le planteaban y que era muy importante confiar en uno mismo.

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